Estudio Bíblico: Miércoles Santo – 2020
April 08, 2020
Isaías 50: 4-9a
Se cree que el Deutero-Isaías (o “Segundo Isaías”) es el autor de los capítulos 40-55 del libro de Isaías. El autor escribe durante la época de la caída de Babilonia, el imperio que destruyó el Templo y envió al pueblo de Dios al exilio. Esta lectura está relacionada con el siervo, una figura recurrente en Isaías que se cree que es Israel. Los profetas anteriores, Amós, Oseas y Jeremías habían llamado a Israel al arrepentimiento por no ser fieles a su pacto con Dios. El Deutero-Isaías se enfoca en la restauración del pueblo de Dios y los alienta a no cansarse ya que el Dios de Israel es fiel y de confianza.
- En el versículo 4, el autor acredita a Dios por darle la capacidad de “consolar al cansado con palabras de aliento”. ¿Quién está cansado en su mundo? ¿Cómo puede utilizar sus palabras para sostener a los que le rodean?
Salmo 70
Un lamento se define como una expresión apasionada de dolor o pena. El Salmo 70 es un salmo de lamento individual. El autor aboga por la liberación de Dios. No tenemos detalles sobre la situación a que se enfrenta el autor, pero muchos de nosotros podemos relacionarnos con sentirnos afligidos y en necesidad, como en el versículo 5.
Nuestra sociedad estadounidense es generalmente alérgica al lamento. Buscamos distracción, entumecimiento y evasión en lugar de enfrentarnos al miedo, pena y pérdida. Este salmo nos da palabras para lamentarnos ante Dios, incluso si no estamos seguros de si nuestro problema califica. No necesitamos ser capaces de ganar las olimpiadas del sufrimiento para pedirle a Dios que se apresure a ayudarnos.
- ¿Qué nos impide compartir nuestros lamentos con Dios?
- ¿Cómo podrían los Salmos ayudarnos a compartir nuestras penas y temores más profundos con nuestro Dios amoroso y presente?
Hebreos 12: 1-3
La audiencia de la carta a los hebreos es una comunidad que lucha, que ya no siente el culmen de la nueva fe. Al igual que la diferencia entre enamorarse y tener una relación de décadas, nuestras vidas de fe también pasan por etapas. Este es un maratón, no un sprint.
Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera, es estar convencidos de la realidad de las cosas que no vemos. La fe es la convicción de lo que no se ve. Es desafiante no poder tener una conversación bidireccional con Dios y que nuestras preguntas sean respondidas directamente, no poder tocar las heridas en las manos de Jesús y recibir pruebas de nuestra fe. El capítulo 11 nos dice que Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés y Rahab se aferraron a la fe, a pesar de no ver el resultado prometido. Moisés no entró en la tierra prometida después de sacar al pueblo de Dios de Egipto. Rahab, una prostituta y marginada, confiaba en el Dios de los israelitas. Abraham estaba a punto de sacrificar a su hijo y heredero en fidelidad al mandato de Dios, a pesar del convenio de que Dios haría de Abraham el antepasado de una multitud de naciones.
Esta lectura nos anima a que tengamos a estos antepasados reunidos a nuestro alrededor, junto con multitudes de otros que también vivieron una vida de fe. No estamos corriendo este maratón de fe solos; estamos rodeados por todos los lados por aquellos que también han corrido la carrera, animándonos. Formamos parte de un gran linaje de fe.
El autor nos recuerda no solo que esta nube de testigos nos rodea sino que también nos pide que mantengamos la mirada en Jesús. El Hijo de Dios conoce las luchas de ser humano, incluido el sufrimiento, la alegría, la amistad y la traición. Mantener nuestra mirada fija en Jesús nos da la perseverancia y la fortaleza para seguir corriendo fielmente. Incluso en los momentos más deprimidos, no estamos solos. La nube de testigos nos rodea, y la gracia de Jesucristo nos sostiene.
- ¿Quiénes son los ancestros espirituales en el linaje que le rodean a usted en la nube de testigos?
- ¿Cuáles son algunas cargas y pecados que le mantienen deprimido y dificultan la carrera de la fe? ¿Qué resultaría si abandonara esas pesadas cargas durante esta Semana Santa?
Juan 13: 21-32
Esta lectura nos ofrece una parte de la historia de la Última Cena en el Evangelio de Juan. Para tener una comprensión más completa de esta lectura, debemos entender lo que sucede alrededor de esta selección. Lo llamamos la Última Cena, pero los discípulos no se dan cuenta de que esta será la última comida que compartirán con Jesús antes de su muerte y resurrección. Durante la cena, Jesús lava los pies de sus discípulos, una tarea humilde adecuada para los siervos, no para el Hijo de Dios. Pedro se resiste abiertamente a que Jesús le lave los pies, tal vez verbalizando la reacción de los otros discípulos. Jesús, sin inmutarse, lava los pies y luego les ordena que se laven los pies unos a otros. Los discípulos continúan luchando por comprender el reinado contracultural de Dios, que Dios no viene como un poderoso rey conquistador, sino como un siervo que lava los pies de los demás. La lectura cuenta la historia de Jesús prediciendo que Judas lo traicionará, Judas se irá después de la profecía, y el resto de los discípulos aún no entienden lo que está por suceder.
Los versículos 31 y 32 enseñan que Dios será glorificado a través de la cruz. A lo largo del Evangelio de Juan, la glorificación está vinculada a la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo. El símbolo de ejecución, utilizado por el imperio para mostrar su poder y dominio, se transformaría por el poder del amor de Dios en el símbolo de un siervo, un Mesías que lava los pies. El reino de Dios es contracultural, y es fácil tanto para los discípulos como para nosotros perder la diferencia sísmica entre nuestros valores y los valores de Dios.
- ¿Qué significa para usted el que Dios aporte gloria de un evento considerado vergonzoso: el hijo de Dios muriendo en la cruz?
- ¿Ha experimentado a Dios logrando gloria de un evento vergonzoso en su propia vida?
Amy Eld Maffeo is in her middler year at Bexley Seabury Seminary. Along with being a seminarian, she is also a wife and a mom of two kids in elementary school. They live in Michigan.
Bible Study: Wednesday in Holy Week – 2020
April 08, 2020
Isaiah 50:4-9a
Deutero-Isaiah (or “Second Isaiah”) is believed to be the author of chapters 40-55 of the book of Isaiah. The author is writing during the time of the fall of Babylon, the empire that had destroyed the Temple and sent the people of God into exile. This reading is connected to the servant, a recurring figure in Isaiah who is believed to be Israel. The previous prophets, Amos, Hosea, and Jeremiah had called Israel to repentance for not being faithful to their covenant with God. Deutero-Isaiah focuses on the restoration of God’s people and encourages them to not grow weary as the God of Israel is trustworthy and faithful.
- In verse 4, the author credits God for giving him the ability to “sustain the weary with a word.” Who is weary in your world? How can you use your words to sustain those around you?
Psalm 70
A lament is defined as a passionate expression of grief or sorrow. Psalm 70 is an individual lament psalm. The author pleads for God’s deliverance. We don’t have details about what situation the author is facing, but many of us can relate to feeling poor and needy, as in verse 5.
Our American society is generally allergic to lament. We seek distraction, numbing, and avoidance rather than facing our fear, grief, and loss. This psalm gives us words to lament to God, even if we aren’t sure if our problem qualifies. We don’t need to be able to win the suffering Olympics to ask God to make haste to help us.
- What prevents us from sharing our laments with God?
- How could the Psalms help us to share our deepest sorrows and fears with our loving and present God?
Hebrews 12:1-3
The audience of Hebrews is a struggling community, no longer feeling the high of new faith. Just like the difference between falling in love and having a decades-long relationship, our lives of faith also go through stages. This is a marathon, not a sprint.
Now faith is the assurance of things hoped for, the conviction of things not seen. Faith is the conviction of things not seen. It is challenging to not be able to have a two-way conversation with God and get our questions answered directly, to not be able to touch the wounds in Jesus’ hands and receive proof of our faith. Chapter 11 tells us about Abraham, Isaac, Jacob, Joseph, Moses, and Rahab holding onto faith, in spite of not seeing the promised outcome. Moses did not enter the promised land after leading God’s people out of Egypt. Rahab, a prostitute and an outsider, trusted in the God of the Israelites. Abraham was about to sacrifice his son and heir in faithfulness to God’s command, despite the covenant that God would make Abraham the ancestor of a multitude of nations.
Our reading encourages us that we have these ancestors gathered around us, along with the multitudes of others who have also lived a life of faith. We are not running this marathon of faith alone; we are surrounded on all sides by those who have also run the race, cheering us on. We are part of a great lineage of faith.
The author reminds us not only that this cloud of witnesses is surrounding us but also asks us to keep our eyes on Jesus. The Son of God knows the struggles of being human, including suffering and joy and friendship and betrayal. Keeping our vision fixed on Jesus gives us the perseverance and strength to keep faithfully running. Even at our lowest moments, we are not alone. The cloud of witnesses surrounds us, and the grace of Jesus Christ sustains us.
- Who are the spiritual ancestors in your lineage that surround you in the cloud of witnesses?
- What are some weights and sin that are keeping you down and making it difficult to run the race of faith? What would it look like to lay aside those heavy burdens during this Holy Week?
John 13:21-32
This reading gives us a piece of the story of the Last Supper in the Gospel of John. In order to have a fuller understanding of this reading, we need to understand what happens around this selection. We call it the Last Supper, but the disciples do not realize that this will be the last meal they will share with Jesus before his death and resurrection. During the meal, Jesus washes his disciples’ feet, a lowly task fit for servants, not the Son of God. Peter balks openly at Jesus washing his feet, perhaps verbalizing the reaction of the other disciples. Jesus, undeterred, washes their feet and then commands them to wash one another’s feet. The disciples continue to struggle to understand the countercultural reign of God, that God does not come as a mighty conquering king, but instead as a servant washing the feet of others. Our reading tells the story of Jesus predicting that Judas will betray him, Judas leaving after the prediction, and the rest of the disciples still not understanding what is about to happen.
Verses 31 and 32 teach that God will be glorified through the cross. Throughout the Gospel of John, glorification is linked to the death, resurrection, and ascension of Jesus Christ. The symbol of execution, used by the empire to showcase their power and might, would become transformed by the power of God’s love into a symbol of a servant, a foot-washing Messiah. God’s kingdom is countercultural, and it is easy for both the disciples and us to miss the seismic difference between our values and the values of God.
- What does it mean to you that God brings glory out of a perceived shameful event: God’s son dying on the cross?
- Have you experienced God bringing glory out of a shameful event in your own life?
Amy Eld Maffeo is in her middler year at Bexley Seabury Seminary. Along with being a seminarian, she is also a wife and a mom of two kids in elementary school. They live in Michigan.
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