Estudio Bíblico: Epifanía 1 (A) – 2014
January 12, 2014
Isaías 42:1-9
“¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que llamamos rosa / exhalaría el mismo grato aroma, aunque de otra manera se llamase!” Podría decirse, que las palabras de Julieta sobre Romeo en la famosa escena del balcón en la obra de Shakespeare se cuentan entre las que con más frecuencia se citan en la cultura occidental. Ella habla en alta voz, inconsciente de que él está debajo, escuchando, en el jardín. Julieta se pregunta por qué el hombre que ama debe llevar el nombre de la familia con que la suya tiene un pleito sangriento; ella reflexiona sobre las propiedades de los nombres y su relación con las cosas que representan. No sólo las obras de Shakespeare ejemplifican las limitaciones del lenguaje mismo, sino también nuestra capacidad y libertad de criaturas para actuar dentro de esos límites.
La poesía de Isaías en la lectura de hoy encarna esto también, y sirve para ayudar a los cristianos de hoy a hacerse la pregunta de Julieta y otras más: ¿Qué hay en un nombre? ¿Qué hay en el nombre de Dios? ¿Cuál es nuestra relación con Dios? ¿Qué hay en una palabra? ¿Qué [elemento] en una palabra da lugar a la acción? ¿Qué da lugar a la acción en la Palabra de Dios?
- Siga este enlace hasta la Escena II del Acto II de Romeo y Julieta y lea los versos del 40 al 143: http://www.bartleby.com/70/3822.html. Relea luego Isaías 42:1-9. ¿Qué palabras se destacan en ambos textos? ¿Qué temas teológicos le vienen a la mente mientras lee cada uno? ¿Se relacionan los conceptos de nombre y de pacto en cada fragmento? De ser así, ¿de qué manera? ¿Son importantes los nombres? De ser así, ¿de qué manera? ¿Cómo se refleja esto en la acción, por ejemplo, en las acciones de Dios y en las acciones de los cristianos?
Salmo 29
Doxología. Me encantan las palabras que terminan en “logía”, las palabras “conceptuales”. Estas palabras, tales como psicología, sociología, biología e incluso teología, abundan en el lenguaje norteamericano de hoy. James Luther Mays, en su comentario a los Salmos, afirma que “nuestra tendencia es ver el mundo como un complejo a ser explicado y explotado”. Estamos tan conscientes de ser, tan conscientes de nuestro mundo, que con frecuencia nuestra “visión poética y mitológica se desdibuja” (“Interpretation: A Commentary for Teaching and Preaching”, John Knox Press, 1994, p. 138).
Las “ologías” intentan ser científicas y objetivas, e intentan que nuestras ideas resulten razonables. Tal vez estas palabras se cuentan entre los mejores ejemplos de nuestra condición de criaturas.
Es por esto que me gusta en particular la “doxología”, que es “el modo de expresar la alabanza” a Dios. Esto la convierte en la palabra perfecta para el Salmo 29; utilizamos una palara que trata de la “expresión de la alabanza” a Dios a fin de describir un canto que se trata enteramente de sonido y de voz: Qowl, la palabra hebrea para voz, sonido, ruido, aparece nueve veces en cinco de los versículos del salmo. Y sin embargo, este sola palabra, con su sonido apacible y lírico, no puede contener el salmo.
- Alabemos a Dios, cuya poderosa voz no puede contenerse en unas cuantas palabras, pero cuya gloria y acción en nuestras vidas podemos celebrar, no obstante, con nuestras voces y con nuestras palabras.
Hechos 10:34-43
En la lectura de hoy, Pedro pregunta: “Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? ” (v. 47).
La relación que hace Lucas de las experiencias de Pedro antes de esta declaración —desde que tuvo la visión de lo puro y lo impuro sobre el gran lienzo y su encuentro con Cornelio, el centurión gentil, en el capítulo 10— sugiere que tal vez el apóstol podría estar en el camino de confiar verdaderamente en Jesús y en Dios, en lugar de [confiar] en las cosas terrenas. Todos nosotros estamos familiarizados con el Pedro de los evangelios, que es temeroso, que es desconfiado, que niega no sólo las afirmaciones de Jesús respecto a lo que ha de acontecer en Jerusalén, sigo que incluso niega conocer a Cristo. Ese Pedro parece casi haber desaparecido en este relato. Aunque él está “perplejo” por la visión enviada por Dios, no duda en obedecer las instrucciones del Espíritu cuando éste le dice que acompañe a los hombres enviados por Cornelio.
La creciente confianza de Pedro refleja su creciente comprensión. Su confianza en Dios le permite a Pedro expresar su creencia ante los presentes, lo cual se traduce en la acción del bautismo y de la confraternidad. Luego es capaz de expresarles lo mismo a aquellos en Jerusalén que cuestionaron sus acciones respecto a los gentiles. Ellos, a su vez, confían en esta revelación [que reciben] a través de Pedro, la cual les lleva a alabar a Dios y a la formación de una comunidad más grande de la que cualquiera de los apóstoles creyera posible.
- ¿Qué implicaciones tiene la confianza o la falta de ésta para la comunidad cristiana?
- ¿Ha habido ocasiones en tu vida en que has oído las palabras del Espíritu y has confiado para actuar en consecuencia?¿Ha habido ocasiones cuando no has confiado para llevar a la práctica las palabras del Espíritu?
Mateo 3:13-17
Dedica un momento a leer la parte de la Plegaria Eucarística C (Libro de Oración Común, p. 294) en que pedimos “Líbranos de la presunción de acercarnos a esta Mesa buscando sólo consuelo y no fortaleza; buscando sólo perdón y no renovación”. ¿Cómo podría esta oración relacionarse con la lectura del evangelio de hoy?
- Jesús se acerca a Juan para ser bautizado, sin embargo el autor del evangelio muestra que Juan no reconoce el don de servicio que él podría proporcionarle a su primo. En nuestra condición de cristianos, ¿cómo llevamos nosotros a la práctica el servicio? ¿Cómo llevamos a la práctica nuestra relación con Jesús como el Hijo “Amado” de Dios? ¿Cómo recibimos los dones que se nos ofrecen a través del Espíritu, si ellos se presentan en forma de amigos, familiares o la oferta de satisfacer nuestras necesidades?
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