Estudio Bíblico: Propio 19 (A) – 2023
September 17, 2023
LCR: Éxodo 14:19-31; Salmo 114; Romanos 14:1-12; Mateo 18:21-35
Éxodo 14:19-31
¿Quién entró primero en el mar Rojo?
Según el midrash judío (una interpretación narrativa que debe estar junto a las Escrituras piense en las ficciones de fans del antiguo Cercano Oriente), el mar no se separó automáticamente para el pueblo de Israel cuando llegó a él. Se quedaron detenidos: el mar delante de ellos y los egipcios detrás. nadie se movió.
Nadie, excepto Nahshón. Quien se adentró en el mar (¡o, según algunas fuentes, saltó a él!) .No fue hasta que las aguas le cubrieron la nariz que estas se separaron.
Esto plantea la antigua pregunta: ¿Dónde termina la obra de Dios y comienza la nuestra? Tal vez la separación del mar no era una conclusión inevitable. Tal vez Dios estaba esperando que un compañero humano saltara a la historia de la salvación, para ayudar a escribirla. Pero entrar en esta historia familiar (y épica) con una narrativa imaginativa nos invita a apropiarnos del texto de una manera nueva: plantea nuevas preguntas sobre Dios, la historia y nuestra relación humana con lo divino.
- Si tuvieras que contar esta historia de las Escrituras desde la perspectiva de alguien que estuvo allí, ¿quién sería? ¿Qué verías, dirías y harías? ¿Cómo contribuiría esa historia a tu comprensión de esta narrativa?
Salmo 114
Este es un salmo de alabanza, que conmemora la salvación de los israelitas a través de la división del mar Rojo. Hay dos dinámicas notables que operan aquí:
En primer lugar, el salmista articula las formas en que la creación participa en los actos salvíficos de Dios. En particular, el poema destaca la respuesta de los elementos inmutables (las colinas) y aterradores (las aguas, que a menudo simbolizan las fuerzas del caos en las Escrituras) de la naturaleza. La alabanza del salmista recuerda que incluso los elementos inamovibles y caóticos de la naturaleza responden a la soberanía de Dios: un salmo de esperanza para los momentos en que nos sentimos indefensos y pequeños. Puede estar fuera de nuestro control, pero no de Dios. Esto nos da el valor para continuar la labor que Dios nos ha dado a hacer.
En segundo lugar, este salmo recuerda el acto de salvación comunitaria de Dios. En una cultura de individualismo, es tentador pensar y hablar casi exclusivamente sobre la forma en que Dios actúa en nuestras vidas (individuales). Sin embargo, este salmo nos recuerda las formas en que Dios actúa en nuestras vidas (colectivamente): A veces, la salvación llega a toda una comunidad.
- ¿Has sido testigo de la asombrosa experiencia de Dios en la naturaleza? ¿Podrías escribir un salmo de alabanza sobre ese evento?
- ¿Cuándo has experimentado la salvación de Dios en tu comunidad?
Romanos 14:1-12
«No sé cómo pueden ser cristianos y creer en X”. “¿Cómo pueden ser cristianos y hacer Y?».
No importa dónde te encuentres en el espectro político, es posible que hayas escuchado (o dicho) algo en este sentido sobre algún tema social candente.
La verdad es que esta actitud es tan antigua como la Iglesia: en el momento de escribir esta carta a los romanos, los cristianos debatían si podían, en buena conciencia, comer alimentos que habían sido sacrificados a los ídolos. Algunos argüían que participar en este ritual equivalía a idolatría. Otros afirmaban que, dado que sabían que los ídolos no eran dioses, no era adoración en absoluto; podían seguir la común costumbre cultural de la época y, conociendo sus propias convicciones, no embrollarse con el ritual religioso o el simbolismo.
Los problemas pueden ser diferentes en la actualidad, pero las circunstancias son semejantes: resulta tentador juzgar a los demás por no pensar, creer o comportarse de la manera «correcta» (es decir, e la forma en que lo hacemos nosotros).
Este pasaje nos insta a frenar el juicio: es justo y sano que tengamos convicciones sobre la manera de vivir fielmente. Sin embargo, surgen problemas cuando superponemos estos principios a otros. Es mejor habituarnos a vivir con el incómodo entendimiento de que diferentes cristianos interpretan su fe de manera diferente. No estamos llamados a ser los jueces de los compromisos de fe de los demás. Más bien, somos llamados a aferrarnos a nuestras convicciones, pero con una actitud de humildad, sabiendo que solo hay un Juez para todos (¡y no somos nosotros!).
- ¿Qué juicios crees que Dios podría estar invitándote a sostener con mayor libertad?
- ¿Cómo podría cambiar tu vida si te demoraras más en emitir juicios en la vida?
Mateo 18:21-35
Es interesante notar lo que la gente pagará o pagaría en esta parábola. La primera persona esclavizada en la parábola afirma que le pagará al rey; sin embargo, dado el tamaño de su deuda, eso era imposible. Es por eso que el rey no dijo: «Parece que lograré un retorno razonable en esta inversión», sino que se conmovió y perdonó la deuda. Cuando esta persona esclavizada se encontró con alguien que le debía una deuda mucho menor (y más pagadera), mandó encarcelar a su deudor hasta que pagara la deuda, ¡como si la prisión lo ayudara a poner sus finanzas en orden!
En su parábola, Jesús nos ayuda a ver las formas en que estamos en quiebra: ¿Puede alguien realmente pagar lo que debemos? No, todos estamos en deuda con Dios y entre nosotros. Reconociendo esa realidad, es mejor dejar de lado el libro mayor en nuestras relaciones y participar en la economía del perdón de Dios.
- ¿Cuándo te ha perdonado alguien?
- ¿En qué parte de tu vida ves la oportunidad de perdonar a otra persona?
¡No olvide suscribirse al podcast Sermons That Work para escuchar este sermón y más en su aplicación de podcasting favorita! Las grabaciones se publican el jueves antes de cada fecha litúrgica.