Estudio Bíblico

Estudio Bíblico: Propio 20 (C) – 2016

September 19, 2016


Jeremías 8:18-9:1

Hay ocasiones de gran sufrimiento en que podemos sentir que está perdida toda esperanza y que nunca puede haber nuevamente alegría en nuestras almas. Esto puede provocarlo la pérdida de un ser querido o de una tragedia en su comunidad local o en su nación. Hay acontecimientos dolorosos en nuestras vidas que nos conmueven hasta el tuétano y que pueden incluso llevarnos a cuestionar nuestra fe y a reducir nuestro sentido de esperanza. Otras veces, podemos tener la sensación de que nuestras oraciones no encuentran respuesta.

Jeremías pregunta:

“¿No queda bálsamo en Galaad?
¿No queda allí médico alguno?
¿Por qué no se ha restaurado
la salud de mi pueblo?

Lamentos como éste son importantes de llevar ante el trono de Dios, al tiempo de quejarnos ante un Dios compasivo que se ocupa a conciencia de nosotros y de lo que nos perturba. Hay ocasiones en nuestras vidas que necesitamos recobrar la antigua tradición del lamento, una tradición importante que está en gran medida ausente de nuestra vida común como Iglesia. Con frecuencia, debemos ventilar nuestros agravios antes de que podamos empezar a ver de nuevo la esperanza. A veces, necesitamos incluso enojarnos con Dios. Dios puede asumirlo. Dios también se valdrá de la vulnerabilidad que hemos expresado como un medio para otorgarnos gracia.

Gracias a esto recordamos que hay esperanza en la resurrección, que hay un bálsamo en Galaad y que Dios prosigue restaurando todas las cosas mediante Jesucristo.

  • Recuerde una o dos ocasiones dolorosas en su vida. ¿Cómo percibió su relación con Dios en esas circunstancias?
  • ¿Cuán cómodo se siente al quejarse con Dios o al enojarse con Él? ¿Cuán bien practica usted el lamento?
  • ¿Cómo Dios le ha mostrado Dios, a través de sus sufrimientos, que hay esperanza en lugar de desesperanza,  luz en lugar de tinieblas? ¿Cómo ha quedado probada para usted la bondad y misericordia de Dios? 

Salmo 79:1-9

Este salmo es también otra oración de lamento a Dios, escrita probablemente a raíz de alguna tragedia nacional que haya sobrevenido sobre el pueblo de Dios. Este asume un tono diferente al del lamento anterior del profeta Jeremías. En este lamento, el autor clama a Dios, pide que Dios castigue a los que han desatado el mal contra el pueblo y el templo de Dios.

Unas de las cosas bellas de los Salmos es que nos muestran la amplia gama de emociones humanas en nuestra relación espiritual con Dios. Lo cierto es que a veces sí tenemos sentimientos vengativos y sí queremos que la ira de Dios se desate sobre alguien que nos ha hecho un gran mal. Este salmo sirve como recordatorio de que estos sentimientos de ira como reacción a alguna ofensa no son de que avergonzarse, sino más bien una parte natural de nuestra experiencia humana y en consecuencia está bien que los llevemos ante Dios en oración (independientemente de lo que Dios decida hacer en respuesta a esa oración).

  • ¿Ha sido alguna vez víctima de una injusticia de tal modo que le anime un sentimiento de venganza hacia otra persona?
  • ¿Cómo aborda esos sentimientos en oración?
  • ¿Cómo llega a aceptar que la venganza pertenece a Dios y no a nosotros?
  • ¿Puede usted cambiar el enfoque y empezar a orar por la persona que lo perjudicó?

I Timoteo 2:1-7

Hablando de oración.  En la primera carta dirigida a Timoteo, Pablo escribe que debemos incluir a todo el mundo en nuestras oraciones, mencionando plegarias, súplicas, intercesiones y acciones de gracia entre las diferentes categorías de oración.  Como cristianos, somos llamados a orar por nuestros prójimos, a orar por nuestros enemigos, a orar por nuestros líderes políticos, a orar por nuestra Iglesia y por nuestro mundo y… por todos.

Él escribe: “Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues el quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos”.

Vuelva atrás a las preguntas sobre el lamento y la oración a Dios sobre alguien que nos ha hecho algún mal. Hay un cambio significativo en lo que sucede cuando usted logra eliminar la ira de su sistema y, en su lugar, empieza a orar POR esa persona (o personas). ¿Qué le llevaría a comenzar orar para que la misericordia de Dios sea sobre ellas? ¿Puede interceder para que la gracia salvífica de Dios sea con ellas [esas personas]? ¿Qué cree que cambia en usted cuando hace eso?

  • ¿Por quién ora usted diariamente?
  • ¿Qué tipos de oración le ofrece a Dios en sus oraciones diarias?
  • ¿Cómo podría este pasaje conformar su práctica [religiosa]?

Lucas 16:1-13

“No pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas”.  Debe estar cerca la “temporada” de la mayordomía. Nuestra utilización del dinero parece ser un indicio de la naturaleza de nuestra relación con Dios. Acaso no es sólo nuestro dinero, sino todo lo que es nuestro. “Nuestro” es aquí la palabra clave. La riqueza puede convertirse en un ídolo, en una violación del Primer Mandamiento, cuando ponemos el amor al Dinero por encima del amor a Dios. Esto ocurre cuando deliberadamente nos olvidamos de que Dios es la fuente de todas las cosas buenas y de que todo lo que tenemos no es más que un don de Dios. [Esos bienes] no son nuestros, más bien hemos sido dotados con la capacidad de llegar a ser mayordomos de lo que pertenece a Dios.

Dios nos llama a ser mayordomos fieles. Jesús dice: “El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho”. Esto podría entenderse que significa que a los mayordomos fieles se les puede confiar aun más cosas. Otra lectura es que si no nos pueden confiar algo pequeño, ¿por qué deberían alguna vez confiarnos algo más importante? Nuestra fidelidad depende de recordar quién es Dios como creador y dador de toda buena dádiva. Somos beneficiarios, no dueños de lo que poseemos. Es importante que recordemos esto, no sea que las cosas que creemos que son nuestras empiecen a poseernos.

  • ¿De qué manera lo reta este pasaje?
  • ¿A veces se siente con derecho a las cosas que posee, o reconoce que son dádivas que le otorgan?
  • ¿Ha pensado alguna vez poner por escrito una lista diaria de agradecimientos? Es sorprendente cómo esta costumbre puede poner en perspectiva los temas de este pasaje en su vida y cómo puede conformar sus hábitos de oración.
  • ¿Cuáles son algunas de las presiones y estreses que dificultan ser un mayordomo honrado? ¿Cómo puede ayudarle Dios a través de esos conflictos a fin de que pueda mantener una mayordomía fiel?
  • ¿Cree que el uso de su tiempo, talento y dinero refleja correctamente su relación con Dios y los dones que Dios le ha dado? (Recuerde el principio bíblico del diezmo: el 10% de las “primicias” dadas en agradecimiento a Dios).

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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