Estudio Bíblico: Propio 22 (A) – 2017
October 08, 2017
Isaías 5: 1-7
En esta lectura, escuchamos las consecuencias de la profunda decepción de Dios. A pesar de la bondad de la creación de Dios y de la abundancia de la provisión de Dios para el pueblo de Dios, toda esta labor y amor cuidadosos no han dado buenos frutos. Por el contrario, ha producido “malas uvas”. Dios proveyó pero Israel no mantuvo su parte del pacto. Las amenazas de Dios de ira y destrucción solo puedo entenderlas a un nivel humano, pero me incomodan mucho cuando se trata de Dios. Sin embargo, escuchar el desamor y la decepción de Dios me ayuda a recordar que lo que hago no sólo me afecta a mí y a los demás, sino también al mismo Dios. De los dones que he recibido soy responsable ante todos para usarlos justa y correctamente.
Salmo 80: 7-14
Mientras el Salmo 80 responde al pasaje de Isaías, uno puede ver cómo un diálogo se entrecruza en estas dos lecturas. Dios emite la queja contra Israel en Isaías. Luego, después del peligro, la destrucción y las dificultades, Israel se dirige hacia Dios. El salmista recuerda cómo Dios una vez atendió y cuidó a Israel. Esto sugiere que cuidar y restaurar a Israel es más que reconstruir con ladrillos y morteros, y que tiene que ver con la reparación de una relación con Dios, tensa o incluso rota. Hay una profunda confianza expresada en la fidelidad de Dios a Israel, que da voz a la esperanza de que todo lo que puede estar quebrantado y perdido sólo puede ser restaurado con la ayuda y el cuidado de Dios.
Filipenses 3: 4b-14
El relato de Pablo en esta lectura a los filipenses muestra cómo su mundo fue completamente cambiado por Jesús. A pesar de que Pablo fue transformado, hay mucho de celo y pasión de Saulo el fariseo, que permanece en Pablo, el Apóstol. Pablo admite que tenía la máxima confianza en su justicia y fidelidad como fariseo. Vivió esas creencias con ferocidad. Pablo habla de su transformación radical de confiar en sus propias habilidades a fin de ser un fiel seguidor, a reconocer que toda su confianza y seguridad deben descansar solo en Dios. Su conversión incluyó el entendimiento de que la justicia, la gracia y la fe son todos dones de Dios. En la carta a los filipenses, vemos la fe apasionada de Pablo en Cristo Jesús. Su historia de conversión revela que, aunque podamos ser transformados en una nueva vida en nuestra fe, no necesariamente perdemos aquellas partes esenciales de nosotros mismos que se pueden ofrecer en servicio a la difusión del Evangelio y siguiendo a Cristo.
Mateo 21: 33-46
¿Quién te imaginas que eres en esta parábola? ¿Te sientes como un mensajero perseguido? ¿Has sido el inquilino perseguidor? ¿Te preguntas si estás produciendo frutos del reino o caes y tropiezas con la piedra angular?
Las lecturas de hoy ilustran desde una variedad de perspectivas el deseo y la resistencia a la relación con Dios. El pueblo de Dios a través de los siglos, no sólo en la Biblia ha rechazado a Dios, a Cristo y a los otros mensajeros fieles de Dios. Vemos a Pablo decir en la carta a los filipenses que este es un riesgo que vale la pena tomar por el bien del Evangelio. El deseo de Dios de alcanzar y reconciliar a la humanidad va tan lejos como para enviar al propio Hijo de Dios; el propio Dios que llega hasta nosotros, aunque signifique una muerte humillante en una cruz. Las amenazas de Dios de destruir a Israel (en Isaías) y de quedar quebrados o aplastados por la piedra angular (en Mateo) son inquietantes y desafiantes. Sin embargo, las súplicas del salmista y la transformación radical de Pablo me dan esperanza. Es en la ruptura de nuestras relaciones con Dios y entre nosotros, donde la fe todavía descansa en Dios, y hay esperanza en la restauración y resurrección.
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