Estudio Bíblico: Propio 25 (B) – 2015
October 25, 2015
Job 42: 1-6, 10-17
Si algún personaje bíblico soportó el sufrimiento, fue, sin duda, Job. Perdió cultivos, bienes, miembros de la familia, y la salud. Job tuvo que haber tenido esa sensación incierta que cualquier de nosotros experimentamos cuando perdemos a alguien o algo importante para nosotros. ¿Por qué permitirá Dios que suceda esto? ¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Por qué mis oraciones quedan sin respuesta? Este tipo de preguntas son a menudo las primeras en venir a la mente, y con frecuencia a nuestros labios. A través de todo su sufrimiento y cuestionamiento, Job se negó a “maldecir a Dios y morir” (como su esposa sugirió). Incluso la enfermedad y la muerte no causaron que Job perdiera la fe. Él, sin embargo, comenzó a realizar muchas preguntas a Dios. Su deseo fue hacer la apelación a Dios, para defender su propia rectitud. Al final, Dios expone poéticamente sus propios actos creativos y su soberanía sobre la creación. Dios no da ninguna explicación directa sobre el sufrimiento de Job, pero explica a Job que el Creador no tiene que estar a la defensiva y ni explicar lo que Dios permite que suceda. Toda la historia termina con la respuesta humilde de Job, admitiendo que incluso muchas de sus preguntas fueron equivocadas y que entendió mal las obras misteriosas de Dios. Job se hace aún más humilde que antes: “Me retracto, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza”. Job entonces es recompensado con el doble de lo que poseía antes como un signo de la bendición de Dios.
- La historia de Job no nos da respuestas directas a los sufrimientos de Job, excepto que fueron permitidos. ¿Cómo luchas con el misterio del sufrimiento en el mundo?
- Dios no aflige ni entristece voluntariamente a nadie (Lam. 3:33). ¿Por qué crees que se permite el sufrimiento en nuestro mundo?
- Dios pide a su pueblo que sean agentes de sanación. ¿Estás activo en aliviar el sufrimiento de los demás en tu comunidad?
Salmo 34: 1-8 (19-22)
San Agustín se refirió a la Santísima Trinidad como “el más alto origen de todas las cosas, y la belleza más perfecta, y el deleite más bendito”. Dios no es solo el amor y la bondad, sino que en el ser mismo de Dios, hay también belleza. Todos los atributos de Dios hacen a Dios deseable y digno de toda alabanza. La gloria de Dios brilla sobre nosotros cuando orientamos nuestros corazones hacia el Creador en adoración. David expresa la adoración que emana de su propio corazón en este hermoso salmo. Dice: “Mírenle a él y sean alumbrados; y sus rostros no se avergonzarán”. Siempre me han fascinado estas imágenes. Cuando una persona mira hacia Dios, se convierte en radiante ¿Qué significa esto?
Recientemente, un amigo me habló de haber conocido a un hombre muy santo y amable, un hombre que vive su vida llena de oración y contemplación. Mi amigo describió a este hombre como “lleno de Dios”. Hay algo diferente en el aspecto de aquellos que pasan mucho de su tiempo en la presencia de Dios. Muchos de los que conocieron a la Madre Teresa informan de algo similar. Dios parece reflejar su propia belleza a través de los que están cerca de él. Jesús, la imagen perfecta de Dios, reflejó la gloria de Dios en la Transfiguración a Pedro, Santiago y Juan. La escena (¡intencionalmente!) recuerda a la gloria divina revelada a Moisés en el Sinaí.
- ¿Alguna vez has contemplado la belleza de Dios? ¿Cómo jugaría la imaginación un papel en esta forma de oración?
- De toda la gente, los cristianos deberían ser los más dispuestos a abrazar el arte, la poesía y la música como expresión de la bondad y belleza de Dios. ¿Qué forma de arte podrías utilizar para expresar tu amor a Dios?
- ¿Has encontrado momentos de “luminosidad” durante la oración? ¿Cómo puede el tiempo empleado en la presencia de Dios capacitarnos para llevar a cabo la misión que se nos encomienda en Mateo 28?
Hebreos 7: 23-28
La carta a los hebreos nos ofrece abundancia de ricas imágenes sacrificiales. Nuestras mentes son orientadas hacia el sistema del templo judío de sacerdocio y sacrificio, y a través de esas imágenes se nos muestra una realidad nueva. En contraste con los sacerdotes de Israel, el sacerdocio de Jesús es eterno, en los cielos, donde “es capaz de salvar a los que se acercan a Dios a través de Jesús, ya que está siempre vivo para interceder por ellos”. Por otra parte, el autor nos dice que la sangre de toros y machos cabríos no podría quitar el pecado. El sacrificio de Cristo, sin embargo, fue un evento de una vez y por todas que suprimió el pecado. No solo murió Jesús por nuestros pecados y nos reconcilió con Dios; él también reza siempre por nosotros. El suyo es un ministerio de oración incesante, intercesión por la “iglesia militante” – por los que vivimos la vida cristiana, a la espera de la nueva creación. Entramos en esta realidad cada vez que nos acercamos al altar para la Eucaristía.
El catecismo del Libro de Oración Común dice que la Eucaristía es “el medio por el cual se hace presente el sacrificio de Cristo, y en el cual nos une a la única oblación de sí mismo” (Pág. 751). Hay muchos puntos teológicos que se podrían plantear de todo esto, pero una cosa es clara: ¡todos los aspectos del ministerio de Jesús pretenden que nos acerquemos a Dios para mantenernos en su presencia!
- ¿Con qué frecuencia tienes una imagen de Cristo orando por ti?
- ¿Has pensado alguna vez en esta idea de un Dios que quiere la cercanía con su pueblo como una verdad para ser compartida en el evangelismo? ¿Cómo compartirías ese mensaje con alguien que está abierto a escuchar acerca de tu fe?
- ¿Cómo entiendes la presencia de Cristo en el pan y en el vino de la eucaristía?
Marcos 10: 46-52
“¿Qué quieres que haga por ti?” Jesús escucha el grito de desesperación, humilde de Bartimeo, y le anima a que articule con precisión su necesidad de curación. Bartimeo quiere volver a ver. Algo le ha causado la ceguera, y solo Jesús puede abrirle los ojos. Amablemente, en respuesta a su humildad, el Señor le concede la vista. En el Evangelio de Marcos, a esta curación física de la ceguera sigue inmediatamente un episodio en el que los discípulos de Jesús muestran su ceguera sobre la naturaleza del liderazgo cristiano. Compitiendo por el lugar más prestigioso en el cielo, Santiago y Juan piden a Jesús que acceda a una solicitud. “¿Qué es lo que quieres que haga por vosotros?” (¿Suena familiar?) Y ellos muestran su sed de poder y de gloria. Jesús con severidad los corrige, y pasa a explicar el enfoque contracultural al liderazgo requerido por sus discípulos: servidumbre absoluta. Una posición de liderazgo para Jesús significa una posición de servicio humilde y abnegado. A la humilde petición de Bartimeo se yuxtapone la solicitud presuntuosa de Santiago y Juan, al paso que Marcos presenta a sus lectores un “momento de enseñanza”. Cristo desea humildad, y quiere responder con la curación y la bendición a las solicitudes que se hacen en absoluta humildad y dependencia.
- Los Padres de la Iglesia Ortodoxa adaptaron la oración de Bartimeo a la oración de Jesús: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecador”. ¿Alguna vez has pensado que esta corta, humilde oración sea tu propia oración?
- Jesús nos recuerda constantemente que Dios quiere que le demos a conocer nuestras peticiones. ¿Estás seguro de que tus peticiones son humildades?
- La humildad es difícil. Especialmente en una cultura obsesionada con la auto-realización y la “escalada a la cima”. ¿Cómo sería un modelo cristiano de liderazgo en el lugar general de trabajo? ¿Cómo vives este modelo en tu propia vida?
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