Estudio Bíblico: Propio 25 (C) – 2016
October 23, 2016
Joel 2: 23-32
En los breves escritos del profeta Joel, Israel ha sufrido una devastadora pérdida de cultivos debido a la plaga de langostas. Esta destrucción de los recursos naturales parece haber llegado como una especie de disciplina que apuntaba hacia “el día del Señor” en el que la justicia de Dios vendría y eliminaría el mal y a los injustos, y restauraría a los fieles. Sin embargo, una vez más, vemos que el Señor gentilmente llama a su pueblo al arrepentimiento y a la restauración, ¡este es siempre su objetivo principal! Cuando la nación vuelve hacia él, se da una celebración: “Oh, hijos de Sion, alegraos y se regocijaos en el Señor vuestro Dios” (v.23). El Señor promete restaurar sus cosechas en abundancia: ¡pan, vino y aceite para todos! No solamente la misericordia del Señor se derrama en la bendición de los recursos naturales, sino que se ofrece la promesa de su propio Espíritu. Joel habla de un tiempo cuando el Espíritu de Dios será derramado “sobre todos” (v.28). Sabemos que esto se cumplió en el día de Pentecostés (Hechos 2), el llamado “nacimiento de la iglesia”.
- Recuerde una vez en que sintió el desagrado del Señor. ¿Qué proceso siguió para tratar de ser restaurado? Cuando regresa de nuevo al Señor, ¿cómo se regocija en su gracia y en su amor hacia usted?
- ¿Cómo ha experimentado el derramamiento del Espíritu de Dios en su propia vida? ¿Es consciente de dones particulares espirituales que Dios le ha dado?
Salmo 65
Los salmistas saben cómo deleitarse en la belleza de la creación de Dios. En el salmo de hoy, se puede imaginar al autor orando en el templo, apenas capaz de contener su alegría. Tal vez tiene las manos levantadas hacia el cielo; tal vez lágrimas de alegría, de gratitud, corren por su rostro. Él está balbuciendo, con acción de gracias, que se le invita a habitar en las “cortes” del Señor, el lugar de la santa presencia de Dios. Como cristianos, tenemos la alegría de saber que la presencia de Dios reside en nosotros como individuos durante todo día, pero también que el Espíritu Santo está con nosotros poderosamente cuando adoramos corporativamente en nuestras iglesias. Aquel que establece los límites de los mares, ofrece cereales y pastos verdes sobre la tierra, nos acompaña cada vez que nos reunimos para la liturgia, y nuestros corazones se volvieron hacia él en alabanza, admiración, y acción de gracias. Luego, se nos da a sí mismo en las especies eucarísticas del pan y del vino.
- Los edificios de la iglesia ¿cómo han moldeado la forma en usted piensa acerca de Dios?
- ¿Hay cosas particulares en su iglesia (iconos, estatuas, arquitectura, etc.) que atraen sus sentidos y elevan el corazón a Dios durante el culto?
- ¿Vive usted la presencia de Dios de una manera diferente cuando está reunido con los demás que cuando está adorando solo?
2 Timoteo 4: 6-8,16-18
Pablo está siempre pidiendo a su aprendiz en el Señor, Timoteo, que abrace con valentía los dones que se le han dado, y anuncie el evangelio en todas las situaciones. Aquí, a Timoteo se le ofrece la imagen de la vida de Pablo como libación, ofrecida ante el Señor. Pablo se ha vaciado a sí mismo, dando todo lo que pudo para obtener la “corona de la justicia” que Dios le dará a “todos cuantos desean su manifestación” (v.8). Pablo tenía una fuerte sensación de que, incluso de cara a la oposición, el Señor estaba allí con él, permitiéndole ser audaz y anunciar el Evangelio a todos. Nosotros también vivimos en una época en la que el mensaje del Evangelio no siempre es recibido favorablemente. En algunas partes del mundo, anunciar el mensaje equivale a sellar el inminente destino propio. Sin embargo, hemos sido llamados por el Señor a estar firmemente comprometidos con el anuncio de su perdón y el amor salvador de Jesucristo.
- ¿Cómo anuncia usted el Evangelio? ¿Ha intentado diferentes maneras de hablar de Jesús a la gente? ¿Qué ha funcionado mejor para usted?
- ¿Se ha sentido rechazado o despreciado por alguien a causa de su fe? ¿Era consciente de la presencia del Señor en usted en ese momento?
Lucas 18: 9-14
Es frecuente escuchar decir que Jesús prefería la compañía de las prostitutas y los pecadores a las personas religiosas de su época. Ciertamente Jesús pasaba el rato con estas personas, pero la declaración a menudo se convierte en un argumento de lo que Bonhoeffer llama “gracia barata”, es decir, una comprensión de la gracia que minimiza la preocupación por el pecado, y simplemente “se basa en la gracia de Dios”. Pero cuando alguien recibe la gracia de Dios, mostrará signos de amar a Dios de verdad, lo cual Jesús dice que se manifiesta en la obediencia a sus mandamientos (Juan 14:15). E incluso para reconocer la necesidad de la gracia de Dios, uno debe primero reconocer que tiene un problema en sí mismo, la pecaminosidad. La parábola de Jesús critica a un fariseo que creía estar bien ante Dios contrastándose con un recaudador de impuestos que reconoce las profundidades de su propio pecado. Este último clama a Dios, admitiendo su indignidad y su necesidad de redención. Jesús dice que este notorio pecador es el que se justifica por su humildad. No se limita a alabarle porque es pecador, dice que queda “justificado” porque admite su pecado y busca el perdón. Ante este humilde grito a Dios siempre le agrada responder con la aceptación, y los ángeles en el cielo se regocijan.
- ¿Ha oído hablar a alguien de la teología de la “gracia barata” para justificar el pecado?
- Observe cómo las interacciones de Jesús con “pecadores” a menudo terminan anunciando el perdón y enviándolos, diciéndoles que cesen de pecar. ¿Por qué es necesario este cese en la vida del discípulo cristiano?
- ¿Utiliza alguna práctica o disciplina espirituales que le ayudan a cultivar la humildad? ¿Cómo le han ayudado a ser más consciente de la necesidad de la gracia de Dios?
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