Estudio Bíblico

Estudio Bíblico: Propio 25 (C) – 2019

October 27, 2019


Joel 2: 23-32

Este pasaje del libro del profeta Joel comienza pidiendo a los hijos de Sion que se regocijen mientras el escritor habla de la abundante provisión de Dios. La lluvia ha caído en abundancia, las trillas se desbordan de grano, y la gente de Sion se deleitará y dará gracias al Señor su Dios. Los días de hambre y destrucción dan paso a los días de abundancia y alabanza. El pueblo de Israel sabrá que su Dios está entre ellos, y “nunca más quedará mi pueblo cubierto de vergüenza” (Joel 2:27).

El escritor entonces ofrece una visión de la efusión del espíritu de Dios en toda la carne. Esta efusión estará acompañada de profecías, visiones y signos cósmicos: el sol se convertirá en oscuridad y la luna en sangre. En el Nuevo Testamento, se cree que este momento de efusión del espíritu de Dios se cumple el día de Pentecostés como se cuenta en capítulo segundo del libro de los Hechos de los Apóstoles. Pedro se para y se dirige a una multitud en Jerusalén y cita esta porción del profeta Joel para explicar los eventos de ese día (Hechos 2: 14-21). La promesa de esta porción de la profecía de Joel es que el espíritu de Dios se derramará en abundancia sobre el pueblo de Dios y que todos los que invoquen el nombre del Señor se salvarán.

  • ¿Cómo ha experimentado la rica efusión del espíritu de Dios recientemente?

Salmo 65

Este salmo de alabanza es rico en imágenes agrícolas y describe vívidamente la provisión de Dios para la tierra y todas las criaturas. Dios visita la tierra para dar agua en abundancia y, a su vez, proporciona granos y alimentos para el pueblo de Dios. El salmista habla tanto de la soberanía de Dios como del cuidado amable de Dios. Para el salmista, la respuesta obvia de la gente de esta tierra a tal bondad es asombro y alabanza: “Los que habitan en los confines de la tierra se estremecerán ante tus maravillas” (Salmo 65: 8, LOC).

Sin embargo, el salmo comienza al reconocer la necesidad de que todos los transgresores vengan a Dios. Una de las mayores provisiones de Dios para nosotros, indica el salmista, es el perdón: “Nuestros pecados nos abruman, pero tú los borrarás” (Salmo 65: 3). Aquellos que experimentan este perdón pueden unirse al salmista al decir: “Cosas asombrosas nos mostrarás en tu justicia, oh Dios de nuestra salvación, tú, la esperanza de todos los términos de la tierra y de los más remotos mares” (Salmo 65: 5).

  • ¿Cómo recuerda el cuidado y provisión gentil y amable de Dios hacia usted, la tierra y todas las criaturas?

2 Timoteo 4: 6-8, 16-18

La segunda carta a Timoteo está escrita por un devoto seguidor de Jesús al final de su vida a su compañero más joven en la fe, Timoteo. Este pasaje aparece al final de la carta, ya que el escritor reconoce que su tiempo está por terminar. Él “peleó la buena batalla” y “mantuvo la fe” (2 Tim. 4: 7). Lo hizo incluso en momentos en que permanecer fiel no fue fácil. El escritor dice que en un momento de necesidad, nadie vino a ayudarlo, sino que sus amigos lo abandonaron. Sin embargo, en ningún momento Dios lo abandonó. El escritor declara que Dios lo fortaleció para que el mensaje del evangelio pudiera difundirse. Cuando cierra esta carta, el escritor quiere recordarle a Timoteo, y también a nosotros, que Dios es fiel y que nunca nos abandonará, sin importar las circunstancias.

  • ¿Cómo ha experimentado la presencia y fidelidad de Dios en medio de los trabajos o dificultades?

Lucas 18: 9-14

En esta parte del Evangelio de Lucas, Jesús ofrece una parábola a aquellos “que seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás” (Lucas 18: 9). Para enseñar esta lección, Jesús describe a dos individuos que en su tiempo habrían sido vistos como ejemplos de vida virtuosa y corrupta: un fariseo era miembro de las autoridades religiosas y un líder espiritual, mientras que un recaudador de impuestos era uno que ganaba dinero con tratos deshonestos y era generalmente despreciado por muchos. Jesús dice que estos dos fueron al templo a rezar. La oración del fariseo es realmente un discurso destinado a llamar la atención sobre sí mismo. El fariseo ensalza su propia piedad y su compromiso con las disciplinas espirituales. Se felicita a sí mismo y se complace confiadamente de que “no es como los demás” (Lucas 18:11).

El recaudador de impuestos, por otro lado, ofrece una oración de contrición humilde y genuina. Es consciente de sus pecados y deficiencias, reconoce que es un pecador y aboga por la misericordia de Dios. Jesús enseña que esta persona es la que sale del lugar justificado. Una vez más, Jesús ofrece una parábola que revierte completamente las expectativas. El recaudador de impuestos, al que se considera corrupto y moralmente en bancarrota, es presentado como un ejemplo a seguir, mientras que el funcionario religioso es caracterizado como egoísta y arrogante.

Esta parábola es una invitación a recordar que la humildad es central en la vida cristiana. Jesús ofrece el ejemplo del recaudador de impuestos para mostrarnos la importancia de recordar que somos pecadores que siempre necesitamos la misericordia de Dios. Dios no busca la piedad vacía; Dios busca una relación genuina y auténtica con nosotros. Sólo podemos hacerlo cuando llegamos a Dios, como el recaudador de impuestos, en una condición de humildad y honestidad.

  • ¿De qué manera podría Dios invitarle, como al publicano, a ser totalmente genuino en su vida de oración?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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