Estudio Bíblico: Propio 9 (A) – 2017
July 10, 2017
Génesis 24: 34-38, 42-49, 58-67
Al siervo de Abrahán se le dio una tarea difícil: salir y encontrar una esposa para el hijo de su amo, Isaac. Abrahán debió haber confiado inmensamente en su siervo para darle una tarea tan importante y que cambiara la vida. El siervo, sin embargo, no confió en su propia intuición o discernimiento para completar la tarea asignada, sino que, en cambio, se dirigió al Dios de su amo Abrahán para que lo guiara. Él oró: “Oh Señor, Dios de mi señor Abrahán, si quieres, da éxito al viaje que he emprendido” (Génesis 24:42). ¡Sabemos por el final de esta historia que la oración del siervo hizo toda la diferencia! ¿Con qué frecuencia comenzamos nuestro día abrumados por las cosas y tareas que se nos han asignado? ¿Con qué frecuencia nos preguntamos cómo vamos a tomar las decisiones correctas o lograr todo lo que se nos ha confiado? Quizás podamos aprender una lección de este desconocido siervo, que tenía la sabiduría de depositar su confianza en Dios y pedirle que hiciera triunfar la tarea que tenía ante sí.
- ¿Comienzas el día con una oración? Si no, ¿por qué no?
- ¿Incluyes a Dios en todas tus decisiones diarias o sólo rezas cuando tienes que tomar una decisión importante?
- ¿Qué podría cambiar en tu vida si incluyeras a Dios incluso en las decisiones diarias más mundanas?
Salmo 45:11-18
El matrimonio, como todas las relaciones que contraemos, cambia a todas las partes involucradas. Entramos como individuos y nos unimos mediante promesas de pacto el uno al otro. Ya no somos responsables sólo de nosotros mismos, de nuestras necesidades y deseos, sino que ahora estamos implicados deliberadamente y somos responsables de las necesidades y deseos de nuestro compañero. Las relaciones exitosas implican sacrificio y compromiso para la felicidad y satisfacción de todos los involucrados. Estas son las relaciones que soportan la prueba del tiempo, que persisten y se convierten en las historias que comparten nuestros hijos y nietos. Como la princesa y el rey, cuyo nombre debe ser recordado de generación en generación (Salmo 45:18).
- ¿Cuáles son algunas de las relaciones exitosas que has visto que te dan esperanza?
- Las relaciones exitosas a menudo requieren sacrificio y compromiso. ¿Qué tipo de cosas has tenido que sacrificar o comprometer para tener una relación con Dios?
- ¿Esos sacrificios y compromisos te han ayudado u obstaculizado en tu crecimiento como persona?
Romanos 7: 15-25a
Si soy sincero, soy terrible para mantener mis resoluciones de Año Nuevo. Al principio de cada año, siempre estoy tan esperanzado en la preparación de una lista de todos los grandes cambios que estoy a punto de hacer en mi vida. Pero a menudo, no soy capaz de mantener con éxito esas resoluciones, ni siquiera durante el mes de enero. No es que no quiera hacer los cambios o que no crea que los cambios sean mejores para mí. ¡De hecho, es justo lo contrario! Así que puedo comprender a Pablo cuando dice: “No entiendo mis propias obras. Porque no hago lo que quiero, sino que hago lo que detesto” (Romanos 7:15). Entonces, ¿qué esperanza hay para una persona como yo, que carece del autocontrol o la autodisciplina para llevar a cabo incluso los más simples de los cambios positivos en su propia vida? Pablo responde preguntando: “¿Quién me librará de esta condición de muerte? ¡Gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7: 24-25). La respuesta es clara: nuestra única esperanza está en Jesús, que ha hecho por nosotros lo que no pudimos hacer por nosotros mismos. ¡Gracias sean dadas a Dios!
- ¿Qué resoluciones de año nuevo hiciste este año? ¿Cuántas estás cumpliendo todavía?
- ¿De qué manera Dios ha extendido la gracia en tu propia vida?
- ¿Cómo podemos extender esa misma gracia a los demás en nuestra vida a quienes podríamos haber mantenido en un nivel que nunca podrían alcanzar con éxito?
Mateo 11: 16-19, 25-30
Hay un viejo dicho: Hindsight es 20/20. O, para decirlo más sencillamente, el beneficio o la efectividad de nuestras obras puede verse y considerarse con más claridad después de que ya las hemos hecho. Así, muchas de las prácticas espirituales en las que participamos no parecen tener mucho sentido en ese momento. A veces prefiero dormir el domingo por la mañana que despertarme temprano, vestirme e ir a la iglesia. Otras veces prefiero hacer algo por mí mismo a renunciar a mi día para participar en un proyecto de divulgación o evento comunitario. Es tan fácil convencernos de que nuestro punto de vista en el momento presente es el más exacto, pero a menudo, no es sino hasta que superamos nuestros propios deseos y emociones egoístas del momento presente cuando somos capaces de ver con más claridad nuestras obras. El autor de Mateo afirma esto, diciendo: “La sabiduría se conoce por sus obras”. A menudo, las cargas que parecen inconvenientes y más pesadas son las mismas cosas a las que estamos siendo llamados por Dios, que nos ha prometido sabiduría y descanso.
- ¿Alguna vez has intentado una actividad difícil, pero has estado agradecido por ella después de lograrlo?
- Si evitas hacer algo o participar en algo en la actualidad, ¿qué te lo está impidiendo? ¿De qué tienes miedo?
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