Sermones que Iluminan

Domingo de la Trinidad (C) – 2013

May 26, 2013


Oremos,
Señor del cielo y la tierra,
Antes de la fundación del universo y el inicio de todos los tiempos,
Tú ya eras el Dios uno y trino:
El autor de toda la creación,
la eterna palabra de salvación,
y el espíritu de la sabiduría que nos provee de vida.
Condúcenos por los caminos de la Verdad,
de forma tal que proclamemos todo aquello que nos es revelado en Cristo
y nos regocijemos también en su gloria.
Alabanzas sean elevadas a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Ahora y por siempre. Amen

El lenguaje de la Biblia es un lenguaje muy poético.  Esto lo prueba la primera lectura tomada del libro de Proverbios:

“La sabiduría clama a voz en cuello; la inteligencia hace oír su voz.
Se para en lo alto de las colinas, se detiene donde se cruzan los caminos,
se hace oír junto a las puertas, a la entrada de la ciudad”

El texto nos está dibujando un panorama muy bello.  ¿No les parece lindo? Sin embargo, dentro de la belleza poética de la Biblia, su mensaje va más allá de la poesía.  En otras palabras, la intención fundamental de la Biblia no es deleitarnos con una obra literaria que sea bella y entretenida; el propósito fundamental de la Biblia es revelarnos la presencia de Dios en la historia.  Sí, Dios mismo habitando y caminando con nosotros, viviendo con nosotros, trabajando con nosotros, gozando con nosotros y hasta sufriendo con nosotros.  La Biblia nos revela al Dios de la historia; el Dios que ha caminado con la humanidad a lo largo de su historia, que hoy permanece presente y habrá de continuar caminado a su lado.  Esto es lo que llamamos la historia de la salvación, y nosotros estamos en ese tránsito.

En una conferencia, el teólogo y biblista, Walter Brueggemann, afirmaba que los profetas de la Biblia eran en realidad unos poetas.  Es decir, como en la poesía, el lenguaje que utilizaban los profetas era un lenguaje figurativo que pretendía proveer al escucha con una imagen viva de aquello que estaban profetizando.  Algunas de sus palabras eran duras y algunas de ellas eran suaves y esperanzadoras.

¿Por qué la Biblia utiliza tanto del lenguaje poético?  Creo que la razón fundamental es porque existen verdades en la vida que no pueden ser expresadas de otra manera.  El lenguaje de la ciencia es muy concreto y debe ser así para reflejar la validez de aquello que desea probar.  El lenguaje de la historia es descriptivo y exacto también.  Sin embargo, ¿cómo hablar de cosas que van más allá de lo que podemos ver, tocar y percibir a través de nuestros cinco sentidos?  Aquello que está más allá requiere del uso de la imaginación y el lenguaje debe ser imaginativo.

Es así como la Biblia nos transmite su mensaje mediante uso de imágenes literarias y metáforas que capturan la inteligencia, la imaginación, el corazón y la voluntad de aquellos que escuchan.  En la Biblia encontramos párrafos muy profundos y bellos que dibujan un futuro inevitable e inmediato lleno  de bendición,  promesa y esperanza.  Usa palabras de algo que habrá de suceder, al mismo tiempo que ya están aconteciendo.  Por esta razón Jesús en su evangelio predica, “El reino de Dios está por venir, pero ya se encuentra presente”.  Es algo futuro y es algo presente.  De esta forma la Biblia nos dice que las cosas de Dios las podemos ignorar, pero no las podemos evitar; las podemos posponer, pero no las podemos cancelar.  La voz de Dios, tarde o temprano, se transforma en realidad, así como su Palabra se hizo carne y vino a habitar entre nosotros en la persona de Jesús.

Hoy estamos celebrando el día de la Santísima Trinidad.  Dios es uno y se manifiesta en tres personas distintas.  Esto es lo que nosotros profesamos domingo a domingo mediante la profesión de fe o el credo.  Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, y creo en Dios Espíritu Santo.  En tender el misterio de la Santísima Trinidad es algo que escapa a toda lógica humana.  Sin embargo, es bajo el poder del lenguaje poético que podemos deleitarnos en el hecho de este misterio.  Dios es uno en tres, y permanece uno en tres.  El teólogo brasileño Leonardo Boff usa esta imagen de ser uno en la pluralidad cuando dice, “La Santísima Trinidad es la mejor comunidad”.

El mensaje poético de la Trinidad es de ser llamados a vivir en comunión – separando esta última palabra diríamos “Común Unión”.  Lo que podemos decir de Dios es muy poco, conforme lo dicta el lenguaje de la ciencia. Pero bien podemos invocar el lenguaje poético para decir que en Dios encontramos bendición, promesa y esperanza.  ¿A quién no le gustaría vivir en esa realidad?  ¿No es esto mismo lo que todos procuramos en la vida?   Esta es la manera como la Biblia captura nuestra imaginación y nuestro corazón para impulsar nuestra voluntad e inteligencia en dirección de aquello que propio, honorable y sabio.  Es verdad, nunca podremos comprender y explicar el misterio de la Trinidad de forma satisfactoria; pero sí podemos experimentar y expresar la belleza de vivir diferentes individuos en un espíritu de comunión.

De esta manera, cuando la Biblia nos habla, se está comunicando con aquellas realidades profundas que aun laten en nosotros; o sea, nuestros sueños, anhelos y esperanzas.  El lenguaje es bello y alentador.  No en tanto, es una tristeza cuando las visiones lindas de la Biblia no puedan acontecer conforme descritas en ella.  Es verdad, es muy doloroso ver que los esfuerzos humanos se enfocan más en la división, la exclusión y la negación, que en procurar la reconciliación y la paz; o sea, vivir en comunidad.  Sin embargo, es aquí cuando la Biblia nos ofrece imágenes como esta: “Él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar la gracia del Señor”.

¿No es esta imagen muy linda, liberadora y profunda?  Pues bien, este último párrafo  nos indica cuál es nuestra vocación como cristianos.  En otras palabras, la Biblia nos indica aquellas realidades que no podemos ignorar como son la injusticia, la opresión, la desunión y la muerte.  Todas estas realidades nos apartan de Dios. No podemos ignorar las sombras de muerte que desean apagar la luz de la presencia de Dios.  No podemos complacernos con la satisfacción de ver el pecado ocurrir a nuestro alrededor y no presentar una alternativa de reconciliación y renovación.  Así como la Biblia lo hace, ahora nosotros estamos llamados a revelar la presencia de Dios en nuestra historia. Estamos llamados a denunciar el pecado, pero con la convicción de que existe la reconciliación.  Estamos llamados a proclamar “el año de gracia del Señor”.

Puesto en la boca del profeta Jeremías, lo cual viene a probar que los profetas eran unos poetas, se nos dice lo siguiente, “El Señor afirma: ‘Vendrá un día en que haré una nueva alianza con Israel y con Judá. 32 Esta alianza no será como la que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto; porque ellos quebrantaron mi alianza, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo afirmo. 33 Ésta será la alianza que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré mi ley en su corazón y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo’”.

¿De dónde debe provenir la fortaleza para tomar acción llevando nuestro mundo dividido y pecador a un estado de gracia y reconciliación?  ¿De dónde nace esta misión?  De la certeza que hemos sido “ungidos” como sacerdotes, profetas y reyes en el día de nuestro bautismo.  Es esta vocación bautismal la cual fue sellada en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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